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lunes, 9 de mayo de 2011

Miley Cyrus ya creció

La cantante se mostró lejos de Hannah Montana y cerca de Madonna
Miley Cyrus ya creció
La estrella hizo delirar a un público unánimemente femenino.  / Soledad Aznarez
El de Miley Cyrus es, por ahora, un mundo femenino. En el colmado estadio de River eran amplia mayoría las madres con hijas pequeñas y los grupos de chicas adolescentes. No hacían un público difícil en la noche del viernes, a juzgar por el entusiasmo que despertó el telonero Agustín Almeyda. Mucha hormona teen . Pasadas las 20 (la hora señalada), la ansiedad se concentró en el escenario vacío. Había clima de fiesta y un solo grito: "Maili, Maili". Estaba allí no en carácter de crítico musical, sino de padre, y por partida doble: mi hija menor, de 11, gritaba a voz en cuello; mi hija mayor, de 17, observaba.
Cerca, una chica de unos 14 comentó: "Yo soy fan desde los 8, cuando empecé a mirar Hannah Montana . ¡No puedo creer verla en carne y hueso después de seguirla tantos años en la tele!". De pronto, salió Miley y el estadio bramó en un alarido. En medio de la histeria, una marea de chicas se precipitó hacia el escenario. Yo también la había visto en la tele (mi hija menor no se la perdía) y esa no era Hannah Montana. De hecho, tenía muy poco que ver con lo que hasta entonces yo había asociado con Disney.
Con botas negras y altas, ligas, un short negro y un top, contoneándose con los bailarines en ajustadas coreografías y cantando con actitud, parecía una moderna versión de la primera Madonna: el largo pelo ondulado cayendo en cascada, un vestuario provocativo con toques hippies y el aire latino de una chica real, material. No era una Barbie, vamos. Arrancó con un set muy rockero que duró una media hora. Quizá muchos padres de chicas de 6 o 7 años se preguntaban adónde habían llevado a sus nenas. Miley, con su canto y sus gestos sexy, parecía decir entre líneas: "Chicas, la próxima vengan solas".
Después hizo un par de baladas. Ahí se apreció que no canta mal. Al contrario. La banda bajó los decibeles y en el acústico "Landslide" ella mostró que tiene un buen registro grave y corazón. Las chicas no estaban para minucias y cantaban encima. Se las sabían todas. "Me gusta que canten conmigo", dijo Miley, ahora enfundada en un vestido largo con encajes. Algunas lloraban. Mi hija menor no lloraba, pero gritaba y bailaba, entregada al rito.
Después volvió el rock y todos deliraron con "The Seven Things I Hate About You", según me sopló mi hija mayor. El séptimo de esos odios, me explicó, es que no puede dejar de querer al chico en cuestión. Buen tema. La banda suena muy americana. Si Miley en su porte recuerda a Madonna, su música suena como si hubiera crecido escuchando a Bon Jovi. Otro plato fuerte: "I Can't Be Tamed".
"Ustedes son capaces de lograr todo lo que su corazón desea", dijo entre dos temas. Y uno desearía entonces que en el camino de emancipación que ha emprendido vaya alejándose de un show tan guionado para establecer una conexión más real con ese público que la idolatra. Parece que tiene con qué.

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